Por Cristian Bergmann
El tema es complejo y requiere de un análisis transversal. El modelo de AFJP, impulsado por el tándem Menem-Cavallo y votado por el Congreso (el mismo que votó las privatizaciones) fue mal implementado desde su nacimiento. Primero se permitió el gran negociado de las comisiones. Posteriormente De la Rua obligó a invertir un porcentaje altísimo de la cartera de las AFJP, en bonos del estado, que un año después declaró el default de toda la deuda pública. En el 2005 se hizo el canje de deuda con Lavagna y Kirchner a la cabeza, se les entregó a las AFJP bonos cuyo rendimiento estaba atado a la inflación (CER) y al crecimiento de la economía (cupones atados al PIB). Lamentablemente desde el 2007 estos bonos vieron como su rendimiento se esfumaba, al compás de la intervención de Moreno y Kirchner en el INDEC, cuyos números decían que la inflación era del 9%, siendo que la real era del 25%.
Como decíamos al comienzo, esto muestra que los son muchos factores los que intervienen en esta cuestión: anuencia del Estado para negociados de privado, falta de un marco regulatorio que realmente defienda los derechos de los trabajadores y futuros jubilados, obligación a las AFJP de parte de algunos gobiernos de romper con los esquemas de inversión originariamente previstos, default de esos títulos públicos y como frutilla del postre la mentira del INDEC.
El sistema de jubilación privada, permitió a las AFJP volcar un enorme flujo de fondos sobre el mercado de capitales. Fomentar el mercado de capitales redunda en mayores inversiones en las empresas, mejoras con las que el consumidor siempre se beneficia. Adicionalmente, las AFJP invirtieron en fideicomisos. Esta es una cuestión técnica; los fideicomisos son un buen instrumento de financiación para estas empresas, pudiendo hacer líquidas deudas que son financieramente ilíquidas (ventas a crédito), todo lo cual hace que el consumidor goce de mejores plazos de financiación, cuotas, menores tasas, etc. Buena parte del boom del consumo visto en el periodo 2003-2007, fue motivado por las compras a crédito. Aquí en Argentina funcionó. En Estados Unidos la falta de un marco regulatorio sincero y real, fomentó la creación de una burbuja financiera (con una relación de apalancamiento sobre deudas reales de 50 a 1).
El sentido común nos indica que como país necesitamos dejar de ir a extremos. Ni fue bueno el sistema tal como se concibió en la década pasada, ni es buena esta apropiación de fondos de los trabajadores, que esconde un problema subyacente del gobierno actual: las obligaciones fiscales para el año entrante. La caída de la cotización de la soja, que a base de retenciones era uno de los pilares fundamentales del superávit fiscal, la imposibilidad de subir indeterminadamente el tipo de cambio por las consecuencias inflacionarias que esto traería y las obligaciones crecientes de deuda pública, fueron el caldo de cultivo para una medida que lejos está de asegurar los fondos de los futuros jubilados. Si este sería el fin último, debiera colocarse una en el proyecto de ley una clausula que asegure la intangibilidad de estos fondos, respetando el artículo que lo consagra en la Constitución Nacional, dejándose al margen de la ANSES el manejo de estos fondos, que termina engrosando las arcas del Tesoro Nacional con fondos que no le son propios, ya que sus únicos dueños son los trabajadores.