28 de agosto de 2006

Para Jorgito no hay navidades

Para Jorgito no hay navidades. Tampoco sabe lo que es recibir un regalo el día del niño. A pesar de que no sabe lo que es la tasa de desempleo, ni el empleo en blanco o formal, ve todos los días a papa en casa, sin un trabajo estable. En realidad el es su padrastro, su progenitor murió cuando el tenía 2 años y lo conoce solo por fotos. Va al colegio en tanto se lo permiten sus posibilidades económicas -a veces pasan dos o tres días sin que asista a clases-. Ayuda a su madre tanto como puede, pidiendo monedas en una estación de servicio. A veces no junta ni para solventar el gasto de transporte ($1).
Jorgito se choca a diario con la indiferencia, aunque nunca se da por vencido. Esta dispuesto a hacer todo lo que este a su alcance para ayudar a su familia a comprar la garrafa. Así como no tiene gas natural, tampoco tiene agua corriente, ni teléfono, ni cloacas. Hace unos meses recibió la visita de una persona, que dijo ser “asistente social” del gobierno, para realizar algo que llamó “relevamiento habitacional”. Le prometieron chapas, colchones, ropa. Pero todavía no recibió nada de lo que le prometieron. Sabe que cuando se acerque eso que llaman “elecciones”, seguramente recibirá algunas cajas de comida, con suerte un colchón –en el que dormirá con su hermanito-, y su padre se subirá a un colectivo y volverá con alguna que otra botella de vino a cambio de su “voto”. Es un buen trato, el pone un papelito en un sobre y le regalan algo. No sabe que es presa del clientelismo y mucho menos lo que es la inclusión social. Solo piensa que los gobernantes son buenos porque lo ayudan cada tanto.

En el colegio a veces se queda sin hojas para escribir, y se pierde todo lo que el profesor escribió en el día. Vive con las manos sucias porque nadie le enseñó que si no las mantiene limpias, habitan allí miles de microbios que pueden hacerlo enfermar. No tiene obra social, y su tratamiento contra el asma es interrumpido por periodos de hasta dos meses. A veces pasa noches enteras sin dormir porque se le hace muy difícil respirar.
Sabe mas que nadie lo que es el frió, sobre todo cuando tiene que bañarse durante el invierno, con agua que calienta en una olla.
Cuando llueve se inunda su casilla. Aunque en su familia ya están acostumbrados a sortear las goteras.
A veces para en una esquina a limpiar los vidrios de los autos. Hace algunos días, un conductor le recriminó de muy mala manera que haya tocado el vidrio de su auto sin su permiso. Este señor no sabe que si Jorgito no lleva diez pesos a su casa será destinatario de una brutal golpiza, es que a menudo recae en el la responsabilidad de llevar dinero a la casa.
A pesar de tanta desdicha, nunca perdió las ganas de soñar. El quiere que le enseñen a valerse por si mismo, sin recibir la llamada “ayuda a cambio de algo”. Quiere trabajar, ganar su dinero. Quiere estar sano. Quiere recibir educación. No le gusta pedir monedas, pero la realidad lo llevó a eso, y no le da vergüenza. También quisiera ver a su padrastro alejado del alcohol, trabajando y sin reacciones violentas contra su madre. Sufre mucho viendo como le pega a su mamá.
Cada noche que se acuesta piensa lo lindo que sería vivir en un hogar digno, al resguardo de las inclemencias del tiempo, y donde tenga esa contención familiar que tanto le hace falta. Pero es lo que le toca vivir, y no se queja. Quizás alguna vez alguien lo saque de ese infierno.

Cristian Bergmann
28 Agosto 2006