17 de diciembre de 2007

El Enano Moral de la Nación

por Cristian Bergmann

Está dentro, escondido, siempre listo para actuar.
Va caminando, quebrando principios, individualista como pocos, no le importa pisar la cabeza de su vecino o familiar para maximizar sus beneficios. No tributa al Estado, porque dice que no vuelve en servicios.
Pobres sus empleados cuando se enteren que no podrán tener una jubilación digna, ya que el “enano” no ha hecho los aportes patronales correspondientes. También ruegan no enfermarse, ya que al no tener obra social, tendrán que costear de su bolsillo los gastos en remedios.
El enano moral de la Nación no distingue entre leyes, ordenanzas, normativas. El es la ley, y cuando no, la ajusta a su medida.
Su insensatez le permite ver exclusión y desamparo sin experimentar en él sensación alguna de pena, compasión, empatía. La culpa siempre la tienen otros. De más esta decir que no tiene su mano al pobre, la vorágine de la vida diaria no se lo permite.
La coima es su instrumento más usado, el cual utiliza para sortear con desfachatez a la ley, y a quienes deberían hacerla respetar.
Deambula en ámbitos políticos y es lobbysta de causas no muy claras, buscando de esta manera acrecentar su poder, y su tajada.
No vota desde hace varios años, como muchos ha caído en el descrédito a los políticos después de varias ilusiones frustradas, asimismo desconoce que el sufragio es un derecho, el instrumento democrático por excelencia, nuestra arma fundamental para contrarrestar los excesos de quienes, circunstancialmente, ejercen el poder.
Blasfema implorando que a los pobres hay que “matarlos a todos” porque no quieren trabajar, sin saber que la pobreza y la exclusión son un problema estructural del país, ya que la elección de vida de los excluidos no fue la marginalidad, sumando a esto la pesada carga de soportar diariamente carencias afectivas, económicas, educativas, déficit habitacionales y descuidada atención a su salud. Omite también que si hubiera nacido en esa realidad y con estas limitaciones poco hubiera podido hacer para salir de ella.
El enano moral asfixia nuestro destino, paraliza, atrasa.
Involuciona de forma constante y se reproduce a veloz paso.
Erradicar a este personaje de la sociedad, es la tarea pendiente, es nuestra tarea. Árdua y progresiva, una batalla sin tregua. La historia nos juega en contra pero la esperanza de ver un país mejor, con gente respetuosa de las leyes, de las ideas ajenas, de la palabra empeñada nos tiene que animar a emprender esta empresa, que muy lejos está de ser imposible.